#ElPerúQueQueremos

Foto tomada por el autor, barricada con adoquines calle San Francisco - Arequipa

Nuestro muertos

Por: Sarko Medina Hinojosa

Publicado: 2015-05-18

Las paralizaciones pasan, los muertos quedan. Eso lo sabe muy bien Rodolfo Talavera, padre de Fernando Talavera Soto, joven universitario estudiante universitario que murió el martes 18 de junio del 2002 en lo que comúnmente se conoce como “Arequipazo” o “Gesta de Junio”. Talavera no era parte de las protestas que se desataron luego que el Gobierno de Alejandro Toledo intentara privatizar la Empresa EGASA. No. Era un espectador más que ese día fatídico se encontraba en el centro de la ciudad y quedó en línea de trayectoria de una bomba lacrimógena que le impactó en la cabeza, desatándole una hemorragia craneal. Su padre, quién sufre de Parkinson, continuó el juicio contra el Estado exigiendo la reparación civil, aún cuanto a los 12 policías enjuiciados por tal causa fueron absueltos por la Segunda Sala Penal Transitoria. Han pasado casi 13 años y aún no olvida que la violencia se llevó a su hijo. 

Para los que pierden a sus padres está la palabra “huérfano/a”. Para los que pierden a su conyugue está “Viuda/o”. No existe designación en español para el que pierde un hijo. El dolor es tan intenso que cambia a las personas, según las experiencias cercanas que cualquiera puede testificar. Ángel Pinto, progenitor de Edgar Pinto Quintanilla, no olvida que horas antes que su hijo fuera impactado en la cabeza por otra bomba lacrimógena, en la mencionada paralización, estuvieron almorzando y que si su hijo fue al centro de la ciudad, lo hizo para pagar en la SUNAT los impuesto del negocio de la familia. Eso pasó el 15 de junio. Tres días después, luego de una agonía intensa, falleció. Era un “boy scout” afirma su padre, como reafirmando que era un buen chico, trabajador. Ángel, quién toca el cajón criollo, ya perdió hace tiempo la esperanza de una reparación de los hombres, todo lo ha dejado en manos de Dios, es esa justicia que siente llegará algún día a los que mataron a su “Chavelo”.

Dos muertos nuestros, jóvenes universitarios que no participaban de las protestas como los dirigentes y el propio Gobierno presentaron al ideario popular, como para justificar su fallecimiento. Dos muertos que al final no sirvieron de nada. Los dirigentes de ese entonces no aprovecharon positivamente la fuerza popular alcanzada. Solo se quedó finalmente en que la empresa no se privatizaba. Nada más. Las pérdidas de esos años se calculan en 2 mil 500 millones de soles de los cuales no nos hemos recuperado. Los beneficios populares si los han cosechado varios de los dirigentes que actualmente lideran las protestas contra el proyecto minero “Tía María”, como lo pueden afirmar Gerónimo Lopez en un atornillamiento casi perpetuo en la FDTA, Felipe Domínguez también en el poderoso FREDICOM y el Dr. Jorge del Carpio en Asamblea Popular. Sobre la mejora del sistema eléctrico en la región está de más decir que hay un retraso por el contrario.

Ahora las protestas contra “Tía María” acumulan mayor cantidad de muertos: el 7 de abril del 2011 en Mollendo el joven Andrés Taipe, y los agricultores Aurelio Huarcapuma y Néstor Cerezo Patano, perdieron la vida en los enfrentamientos con las fuerzas del orden. Estos días murieron el agricultor Victoriano Huayna, el obrero de construcción civil Henry Checya Chura y el policía Henry Vásquez Durand. A ellos se suman el adulto mayor Eloy Vera Delgado y el joven estudiante Julio Gonzales Vilca, quienes si bien no estaban en la protesta, viajaban en los buses varados por el bloqueo de los protestantes.

Cada uno de ellos tiene a un Rodolfo, a un Ángel, a un padre, una madre, hermanos, familias enteras que ven trastocada su vida por la muerte de un familiar. Cada drama que se vivirá se verá opacado por la continuidad de nuevas noticias que en estos días tiene que cubrirse a consecuencia de las protestas y, como en los dos primeros casos presentados, se olvidarán ante la desidia de la misma sociedad que anidó el germen de su fallecimiento.

Este 14 de mayo, yo mismo fui testigo de cómo le caía una bomba lacrimógena al joven taxista Luis Cutipa Chancola. No es una visión fácil, es terrible. Lo contradictorio del caso y su uso por unos y por otros, sin importar si estaba bien o no, me generó, en lo personal, una ira en contra de los que, con su inacción, con sus visos de corrupción y su interés particular, presentan una situación de protesta para solo generar conceptos de ultra izquierda o ultra derecha, convirtiendo a personas heridas y pero, a los muertos, en caballos de batalla para acreditar o desacreditar una protesta que e el fondo se hubiera solucionado si en su momento se hubiera instaurado el diálogo y no la violencia.

Video donde le cae una bomba lacrimógena a un manifestante el 14 de mayo en Arequipa: 

¿Valen la pena los muertos en estos enfrentamientos? ¿Hasta qué punto no hemos aprendido que la violencia no genera ningún bien, por el contrario enluta a nuestras familias y nos llena de pobreza? Mientras no reflexionemos en estas preguntas no saldremos de esta vorágine que nos puede sepultar como región y como personas. Al final así gane una facción o la otra, los que ya perdieron serán los deudos de los muertos. Nuestros muertos.


Escrito por

sarkomedina

Hoy más que cualquier cosa soy esposo y padre, lo demás ya es accesorio. Tengo un blog de crónicas: http://sarkomedina.wordpress.com/


Publicado en

Urbaneando

Opiniones urbanas desde la perspectiva periodística