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Una sociedad desilusionada

Por: Sarko Medina Hinojosa

“La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien.” La civilización del espectáculo"

Mario Vargas Llosa

Publicado: 2014-04-24

Un sábado mi esposa salió y me dejó con mi hijo Mathias. Por la tarde me animé a ir junto a mi pequeño al parque. Invité a mi hermano JA a caminar. Él es un adolescente de cuarto año de secundaria y en los últimos meses no habíamos compartido algún momento juntos. Una frase que me soltó a la volada hace algunas semanas me daba vueltas a la cabeza. ¿No sacas tu celular porque te da roche?, le pregunté. Él tiene un celular heredado de mí, un simple Nokia de esos que cuestan 59 soles. Sí, es que los demás ya tienen celulares más bravos, me contestó. 

Claro, por allí estaba listo el terreno para mandarme con un buen discurso sobre la banalidad de tener un celular muy caro a su edad, pero, poniéndome en su lugar, lo que para él es el tema del móvil que debe ser moderno y no un simple como el que tiene, para mi época escolar eran las zapatillas de marca.

Hijos de nuestra generación, hemos heredado con fuerza el sentir mercantilista de nuestra sociedad. Los años 90 para todos los de mi época, significaron el aumentar el tener versus el tiempo de actualización de la propiedad personal. De niños la ropa de domingo era la única de salida que se tenía y, muchas veces, las zapatillas del colegio servían para el fútbol, el básquet, la matagente y manejar la bicicleta. La ropa de diario era la ropa del domingo que se iba dejando con cada año, remendada y cosida, así sin roche salías a jugar a la cuadra.

Pero ya en secundaria se apreció este cambio inusitado: las zapatillas. Muy rápido definías si eran de marca o no. Estuve los tres primeros años en el colegio Manuel Muñóz Najar, nacional y en cuarto año pasé al San Pedro Pascual, privado. En el colegio nacional como que el tema no era tanto las zapatillas sino el jean reteñido o la polera con un buen estampado, pero en el particular las zapatillas eran el símbolo de estar actualizado. Al no poder invertir los 40 o 50 dólares que costaban unas de marca Fila o Reebok, opté por lo clásico: me busqué unas Yomax de 30 soles que estuvieran algo presentables. Al llevarlas al colegio, uno de los compañeros me las pidió para verlas y las encontró “mas o menos”. Aún recuerdo los sentimientos encontrados. Esas zapatillas me duraron lo que dura un suspiro, más porque no las volví a sacar por lo menos en ese círculo.

Por eso entendí a mi hermano y su frustración de no querer sacar el celular que, aún así y heredado agradeció mucho en su momento. JA no es un muchacho que se fija en las apariencias, lo conozco, pero también sé lo que es que “los muchos” de tu entorno en el que estás más de 6 horas diarias tengan algo que determina que están actualizados. Lo que me preocupó es la evolución de lo que significa “estar actualizado”, porque una cosa es frustrarse por unas zapatillas de 50 dólares y otra cosa es por equipos valorizados en más de mil soles.

Se nos hace creer que debemos tener tal o cual cosa, como los televisores Led y ahora los smart Tv. No solo es tener una NoteBook, sino ahora un Pad, ahora un Smart Phone y ahora uno con 4g LTE y dentro de unas semanas llegarán los móviles de pantalla curva y se prepara la nueva generación de celulares interconectados con un reloj y con los aparatos domésticos. La comida ya no es cuestión de juego y, para compensar la falta de nutrientes tenemos que engullir suplementos vitamínicos, bebidas que son altamente peligrosas como los energizantes y comer cereales con preservantes y dárselos a nuestros hijos para que adquieran una diabetes como debe ser.

Mientras más ropa tengamos mejor, para cada ocasión y temporada. Ese pantalón desgarrado que a mano lo hacías en los noventas ahora te cuesta de cien para arriba. La casaca de imitación cuero, porque el cuero ya no es correcto. Las zapatillas que unas van para las mañana que nunca corres, las otras choteras que mejor no usas porque se rompen y las otras que SOLO son para salir, son zapatillas, claro, referente directo al deporte, pero las usas solo para salir, lógico. Tienes zapatos zapatilla, botas para el campo y unas sport elegante que son mocasines pero con planta de zapatilla. Estás In.

Como padres ya le aprendimos el discurso para los abuelos sobre el facilitar la vida. No tienes casa o departamento, pero sí tienes carro y aún más camioneta. No hay espacio en tus cuartos, pero tus hijos tienen los juguetes que hubieras querido para ti. El ropero de ellos no solo tienen una muda de domingo, tienen un sinfín de camisas, polos, pantalones, vestidos, blusitas nuevecitos todos. Los juguetes ya no se compran solo en Navidad sino de tanto en tanto que van todos al supermercado.

Estamos, en fin, desilusionados de todo y a la vez con ansias de todo. La ropa solo sirve para satisfacer ese momento sublime cuando llegas a casa y te pruebas que te queda. Con el pasar de los días ya no te satisface tener eso y lo relegarás, como esa casaca que dijiste te la pondrías para salir pero que es demasiado fáshion para cualquier salida y allí está, agrietándose en su material de imitación cuero. Todo es descartable porque de no serlo ahora no tendrías la satisfacción de volver a la tienda y comprar otra cosa más. Lo que no nos damos cuenta, lo que no nos dimos cuenta, lo que no me di cuenta en mi momento, es que eso es una ilusión. Mis amigos, como los de JA, no te chotean por no tener unas buenas zapatillas o celular, te harán roche, pero igual seguirás adelante con ellos o sin ellos al final, a menos que, como sucede cada vez más, tu autoestima sí tenga problemas y no puedas superar el asunto y te deprimas, allí el componente se vuelve peligroso como sabemos. Pero si tienes la cabeza en su lugar y comprendes esto que te digo, sonreirás y dirás lo que le dije a JA y me dije a mi mismo: todo pasa solo lo genuino queda. Y tú eres genuino, no necesitas que un celular te defina quién eres. Cambiemos “celular” por todo lo demás que nos angustia y desilusiona y verás que no pasa nada si no compras eso que te atormenta no tener, no pasa nada, tranquilo, respira y sigue adelante, sigue adelante JA, sigue adelante Sarko.


Escrito por

sarkomedina

Hoy más que cualquier cosa soy esposo y padre, lo demás ya es accesorio. Tengo un blog de crónicas: http://sarkomedina.wordpress.com/


Publicado en

Urbaneando

Opiniones urbanas desde la perspectiva periodística