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El mundo en que los adolescentes viven

Por: Sarko Medina Hinojosa

Publicado: 2014-03-17

Hace algunos días me estremecí ante la imagen que mi hijo en algún futuro cercano, cuchillo en mano o con algún elemento punzocortante, se me abalanzara encima por negarle la compra de algún aparato que esté de moda cuando sea adolescente. Esta imagen irreal se me presentó luego que conociera la historia que por ahora no deja de rondar nuestras cabezas: La de los hijos asesinando a sus propios padres. Triste, lamentable, todos debiéramos repensar la manera en que nos estamos conduciendo por la vida y en especial como nos comportamos con nuestros hijos, con nuestros padres. Sí, de seguro, lo vamos a hacer. Vamos a llamarlos y decirles que los queremos. Sí… eso hay que hacer. 

Lo más triste es que aún haciéndolo, no podemos cambiar lo que actualmente le ofrece la sociedad a nuestros hijos, en especial a toda la promo adolescente que está ahora, sí, ahorita, fumando sus primeros cigarrillos de marihuana o de PBC, mientras los papás no llegan del trabajo. Aquellos que están acudiendo a citas con desconocidos que conocieron por Internet y teniendo relaciones sexuales. Aquellos que se quedan horas de horas en la Internet o jugando videojuegos, los que tienen un smarphone y se pierden entre amigos virtuales y tiempo desperdiciado diciendo que buscan comunicación.

Admitámoslo, un pedido de nuestros hijos es ahora una orden, fuera de las de tener hambre o sed, están las “órdenes” de dejarlos mirar televisión el tiempo que quieran, el de tener la ropa que deseen, la comida chatarra que quieran comer, llevarlos o darles para el taxi para encontrarse con sus amigos en los centros comerciales, con la esperanza que nos quieran, que nos obedezcan, que por favor no se pierdan, sabiendo que si les decimos que no, se amargarán, nos harán pasar “roches”, nos inundarán el celular con mensajes de pena y nos forzarán cual brazo torcido a obedecerles pues es nuestro deber complacerlos porque de lo contrario somos “malos padres”. A cambio de sus complacencias obtenemos sonrisas por diez minutos, alguna cama tendida, algún respeto por algún tiempo, luego la rueda comenzará a girar nuevamente y volveremos a caer en el juego de darles lo que nos piden porque de lo contrario, de lo contrario, harán algo que no nos guste.

Y ahí viene el tema, porque lo harán de todos modos. Créanlo o no, sus hijos, sí, esos pequeños que ahora son casi de su tamaño, saben más del sexo que lo que ustedes conocen, pero saben más de lo que es prohibido, no saben o mejor dicho, obvian de plano lo que verdaderamente significa entregarse a otra persona por amor y en construcción de un futuro, nooooo, lo que saben es que practicar el sexo coital da placer y es gratis. Eso muchas veces les basta. Porque han escuchado atentamente el mensaje sobre “la libertad de ejercer su pleno derecho a la sexualidad a la edad que les plazca y que cualquier prohibición a ello es de retrógradas y cucufatos”.

Lo peor es que a muchas niñas, sí, niñas aún, que se iniciaron a los doce años, los enamoraditos de turno les exigen a su turno que entreguen lo que a otro ya dieron, porque saben, óigalo bien: “saben” que ya tuvieron relaciones con el anterior. El Face lo cuenta todo. Ellos definen las relaciones no por el amor con mariposas en el estómago que teníamos los que ya pasamos de los treinta, sino por cuanto placer pueden obtener de algo que es gratis, que está a la mano y que nadie debe prohibirles porque afecta su crecimiento personal. Así de sencillo, así piensan. No lo dirán, pero saben el discurso, lo dicen en la tele en “Esto es Guerra”, “Combate” y “Titanes”, lo dicen clarito en cuanta película pueden ver y series que en cable dan y nos dan risa, pero que definen lo que hay a nuestro alrededor. Así no queramos aceptarlo, los Simpson definen mejor que nadie lo que ocurre ahora: padres tratando de sobrevivir a sus hijos cada vez más hábiles que ellos en un mundo que dominan porque conocen cómo funciona y como evadir la responsabilidad de afrontar sus actos.

De nada va a valer que tratemos de solucionar el problema con besos y abrazos, mientras en 8 horas que están fuera de nuestra visión la sociedad los inunda con frases como “Sé libre”, “La libertad está en el éxito”, “El éxito está en el dinero”, “El dinero te facilita la vida”, “La felicidad es no tener límites”, “La felicidad se compra y viene en six pack”. Dejemos se ser ilusos y de una vez intentemos despertar de esta “Matrix”, donde nuestros hijos entran cada día más profundo en esta ola de relativismo pernicioso que los hace creer que el bien o el mal está definido por cada quién y que matar a un padre o una madre está justificado cuando estos se interponen en el camino hacia la “felicidad”.


Escrito por

sarkomedina

Hoy más que cualquier cosa soy esposo y padre, lo demás ya es accesorio. Tengo un blog de crónicas: http://sarkomedina.wordpress.com/


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Urbaneando

Opiniones urbanas desde la perspectiva periodística