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Foto: Diario La República - Arequipa

#Tomalacalle

Por: Sarko Medina Hinojosa

Publicado: 2014-02-17

La protesta contra la injusticia no es un acto novedoso, pero cada generación se apropia de sus manifestaciones revolucionarias y las lleva en bandera como si de pólvora descubierta se tratara. No es que quiera desmerecer el hecho que sean necesarias esas manifestaciones contra formas de gobierno o sus disposiciones y actos que lleven a la indignación y de allí a la protesta, pero últimamente estas formas de queja social y mediática, parecen más reuniones de sesudos intelectuales, a los cuales rebatir resulta peligroso, porque te atacan con la saña de los llamados “trolls” de las redes sociales.  

Como dije, es propio del ser humano jactarse o recordar mínimo con cierta nostalgia, la época en que se protestaba por todo o se tenía la visión de cambiar el mundo con ideas y hechos concretos. Para los de mi generación el recuerdo de marchar contra Fujimori en su intento de re-reelección, fue todo un acontecimiento, macana en la espalda incluida, cuando un contingente de policías nos arrinconara a varios estudiantes contra la entrada al Área de Ingenierías de la UNSA y un valeroso cuidante nos hiciera entrar, lo que nos salvó de una paliza mayor.

Para otros el “Arequipazo” también fue un motivo de recuerdo y aún muchos sueñan con los cacerolazos escuchándose a mediodía y a las seis de la tarde, las barricadas con adoquines y el pecho inflado por las notas del himno de Arequipa. Perdóneme, pero lo que más recuerdo son los ojos arrasados de lágrimas de los parientes de Fernando Talavera Soto y Edgar Pinto Quintanilla, cuyas muertes aún no encuentran justicia.

No digo que no se proteste o que los jóvenes pierdan la capacidad de indignarse por las injusticias, pero, analizando bien, los temas por los cuales arriesgamos el “pellejo” exponiéndonos a que una bomba lacrimógena nos impacte en el cráneo hoy en día, muchas veces son dirigidas por intereses políticos. Me parece que con el tiempo le perdemos la noción a lo que de verdad debe indignarnos y motivarnos a tomar la calle para protestar.

Porque no veo a nadie, ni siquiera a mí mismo, salir a la calle a protestar o generando páginas en Internet, en contra de la muerte predicha de niños todos los años a consecuencia de las bajas temperaturas que se registran en los pueblos altoandinos de nuestra Región. Salir y llorar lágrimas vivas por la ola de muertes sin sentido a consecuencia del consumo de alcohol desmesurado por parte de jóvenes y adultos que acaba en accidentes de tránsito, violencia, crímenes y suicidios.

Hacer plantones frente a los locales donde se sabe se denigra a la mujer convirtiéndola en un objeto de compra o venta. Protestar en cadena humana contra la matanza en el vientre de niños inocentes mientras otros se benefician vendiendo la falsa idea de la libertad del útero. La indignación no nos motiva a protestar en cuanto blog, fan page o cuenta de twitter se promueva la llamada Cultura de la Muerte, la cual lleva a la desesperación a cientos de miles por creer que el éxito está en tener dinero, tener relaciones sexuales sin medir las consecuencias o el aplastar a los demás porque solo cuenta uno mismo y nada más.

Protestamos en contra de la violencia hacia la mujer pero no salimos a protestar por esa falsa idea de que los hombres y mujeres debemos ser iguales en nuestras infidelidades, excesos y promiscuidades. Obviamente lo que más nos impacta son las causas que nos hagan sentir incluidos a luchar por una mayor y que sean noticiables, como las que justamente se hacen por el aumento a los ministros u otras que van apareciendo periódicamente. Pero no olvidemos que las mayores injusticias se están cometiendo a nuestra vista y paciencia, pero muchas veces si se mencionan no dan un “like” o un “coment” porque no están de moda. No perdamos la capacidad de indignarnos, pero tampoco perdamos el tiempo generando marchas por temas que al final, son cosecha para políticos y dirigentes y no generan un cambio social en conciencia.


Escrito por

sarkomedina

Hoy más que cualquier cosa soy esposo y padre, lo demás ya es accesorio. Tengo un blog de crónicas: http://sarkomedina.wordpress.com/


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Urbaneando

Opiniones urbanas desde la perspectiva periodística