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Hayao Miyazaki: renunció el cineasta de la paz

Publicado: 2013-09-23


Uno de los pocos cineastas comprometidos al cien por ciento con el tema de la ecología, la paz y el desarme mundial es Hayao Miyazaki (Tokio 5 de enero de 1941), quien, a los 72 años, acaba de anunciar su retiro definitivo de la escena cinematográfica. Conocido por estas latitudes por los “dibujos animados” (lo correcto es llamarlos animes) “Marco” o “Heidi”, el llamado “Walt Disney japonés”, deja un vacío que será difícil de superar, aún más cuando los motivos fueron la encarnizada crítica a su último trabajo: The Wind Rises, en el cual desmitifica el accionar de Japón durante la II Guerra Mundial, a través de la historia del joven ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi, responsable del modelo del mítico avión Zero Sen, exacto, el de los famosos kamikazes.

La interminable búsqueda del pequeño niño italiano Marco en pos de su madre por tierras argentinas, encandiló a toda una generación ochentera y ni qué hablar de Heidi, la pequeña de los Alpes Suizos que ablandó el corazón de su abuelo. Si bien en esos trabajos colaboró con su amigo y productor Isao Takahata, dejó la marca indeleble de sus personajes, con líneas suaves para las mujeres, aunque dotándolas de un carácter decidido, herencia de la educación de su progenitora, la cual, para una sociedad machista como la japonesa de ese entonces, era demasiado, digamos… “rebelde”, por su independencia e inteligencia.

Esa marca ha acompañado al director, quién usa el recurso del genio femenino para plasmar imperecederas heroínas que, a lo largo de varias producciones de su estudio Ghibli, han consolidado la imagen de la guerrera indomable, quién lejos de separarse de su belleza y ternura, es capaz de doblegar fuerzas superiores a ella, aún por encima de los intentos de hombres más cuajados y fuertes físicamente. Una muestra es la película que por aquí llegó con el nombre de: “Los guerreros del viento” y que el mundo conoce como “Nausicaä del Valle del Viento”.

En esta magistral película, se aborda las consecuencias posteriores a la guerra llamada “Los 7 días de Fuego” y la catástrofe ecológica que acorrala a los sobrevivientes en pequeños valles, mientras la naturaleza trata de sanarse de la contaminación producida por las armas usadas en el conflicto. En medio de los reinos que aún sobreviven y guerrean entre ellos, la protagonista busca algo imposible: que todos, naturaleza y hombres, puedan vivir en paz.

De repente para el neófito, el hecho de presentar estos temas en animación de colores y doblaje de voz, le resta impacto, pero, repasando los reconocimientos recibidos a lo largo de su vida, hacen de Miyazaki un genio en el arte de darle profundidad a un arte que, muchos consideran, es para niños o adolescentes. El ganar en 2003 un Premio Oscar por su cinta “El viaje de Chihiro”, podría avalar lo escrito, pero preferimos considerar el impacto social en la cultura contemporánea que ha logrado Miyazaki.

Estudió la carrera de Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Gakushuin de Tokio, pero desde joven sintió fascinación por Osamu Tezuka, considerado como el “padre” del manga, la versión en grises de los cómics estadounidenses. Finalizados sus estudios se enrola en el estudio Toei Doga, donde trabajó como intercalador (encargado de dibujos entre movimientos). Fue justo ahí cuando conoció a Isao Takahata, quien años después se convertiría en su socio. Su primera película, en 1979, llamada: “Lupin III: El castillo de Cagliostro”, asombró por sus escenas preciosistas en detalles. Este amor por las escenas trabajadas con rigor, se trasladarían a sus obras siguientes.

En “La princesa Mononoke” (1997) y “El castillo ambulante” (2004), transmiten un aspecto contundente: las guerras como generadoras de destrucción, pero dejando en claro que es el ser humano individual quién decide que hacer frente a la desgracia, sobreponerse y cambiar su destino y con él el de su entorno o dejarse llevar por la marea de muerte y volverse también un instrumento de caos.

Justamente su más reciente producción, titulada The Wind Rises, se acaba de exhibir en la 70 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia. La cinta, basada en la novela del escritor Tatsuo Hori, narra la historia del joven ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi, responsable del avión Zero, utilizado por el ejército japonés entre 1940 y 1945. Este filme fue leído por varios medios como una advertencia en contra del anuncio que hizo el primer ministro Shinzo Abe, sobre una posible revisión de la constitución pacifista de su país, lo que volvería a armar a Japón.

Ante tanta incomprensión en su propia nación, que renunciaría a una posición de paz por una armamentista, Miyazaki hizo pública su postura y comentó: “Sólo se puede estar horrorizado por la falta de sentido histórico y convicciones por parte de los principales líderes políticos”. Como una alerta se toma su renuncia, como una advertencia concreta a los pasos de la guerra y sus consecuencias. Si bien es una baja que deja un vacío, esperemos que nuevos directores y creadores sigan los pasos de Miyazaki con el fin de seguir difundiendo el mensaje de fraternidad, la que no se consigue siendo “buenitos”, sino enfrentando los propios demonios y respetando al prójimo como ley universal.


Escrito por

sarkomedina

Hoy más que cualquier cosa soy esposo y padre, lo demás ya es accesorio. Tengo un blog de crónicas: http://sarkomedina.wordpress.com/


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Urbaneando

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